Transformarse o desaparecer: el punto de quiebre digital para las empresas mexicanas


Sin embargo, en los últimos tres años ha perdido contratos frente a startups que no tienen flota propia, pero sí algoritmos que optimizan entregas, plataformas que predicen la demanda, y reportes en tiempo real para sus clientes. ¿Qué pasó? La respuesta es simple: mientras una empresa se transformó, la otra no.
En mis más de dos décadas trabajando en la intersección entre tecnología y negocios, he visto cómo esta historia se repite, con distintos nombres y giros. Muchas compañías consolidadas en México siguen operando bajo modelos que funcionaron en el pasado, confiando en la fuerza del prestigio o la experiencia. Pero el mercado —y sobre todo el cliente— ya cambió. Hoy, ser eficiente no es ventaja competitiva: es requisito mínimo para competir.

El problema no es tecnológico. La nube, la analítica de datos, la inteligencia artificial, los canales digitales… las herramientas existen, y hoy son más accesibles que nunca. El verdadero reto es estratégico y cultural. Muchas organizaciones aún ven la digitalización como un “proyecto de TI” o como un gasto inevitable para sobrevivir la auditoría del año. Ese enfoque fragmentado solo genera transformaciones cosméticas que no impactan el negocio.
En sectores como la banca, hemos visto cómo las fintechs obligaron a los gigantes financieros a repensar toda su arquitectura, desde la forma en que se abren cuentas hasta cómo se analiza el riesgo crediticio. Algunas instituciones respondieron a tiempo y hoy lideran. Otras siguen dependiendo de sistemas legados que consumen presupuesto y tiempo, dejando poco margen para innovar.
La diferencia estuvo en la voluntad del liderazgo para actuar antes de que fuera tarde.
Lo más preocupante es que muchas decisiones clave siguen estancadas en niveles intermedios, sin el patrocinio ni la prioridad del CEO. Pero una transformación digital real no se puede delegar: requiere visión, constancia y un cambio de mentalidad desde arriba. No basta con tener apps móviles; se necesita reimaginar procesos, productos y propuestas de valor con el cliente en el centro.
México tiene una oportunidad única. Contamos con talento tecnológico, capacidad de ejecución y un mercado cada vez más exigente que premia la innovación. Pero el tiempo para adaptarse no es infinito. La próxima disrupción —sea tecnológica, geopolítica o ambiental— no esperará a que terminemos nuestra planeación a cinco años.
“El mensaje es claro: transformar no es un lujo ni una moda. Es una decisión de supervivencia. Y en este punto de quiebre, no es la más grande ni la más antigua la que prevalecerá, sino la más dispuesta a evolucionar.”
